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El Invitado por encima del propietario Parte 1

El Invitado por encima del propietario Una de las cosas únicas de Sucot son los Ushpizin, una palabra que significa invitados. Una de las razones de la conexión entre los huéspedes y Sucot es que en Sucot dejamos nuestra vivienda permanente, donde somos los propietarios, y nos mudamos a vivir a una vivienda temporaria. De […]

El Invitado por encima del propietario Parte 1

El Invitado por encima del propietario

Una de las cosas únicas de Sucot son los Ushpizin, una palabra que significa invitados.

Una de las razones de la conexión entre los huéspedes y Sucot es que en Sucot dejamos nuestra vivienda permanente, donde somos los propietarios, y nos mudamos a vivir a una vivienda temporaria. De esta manera supuestamente ‘perdemos’ nuestro ‘estatus’ como propietarios y nos convertimos en invitados en la sucá. Los sabios expresaron bien esta idea con la frase que acuñaron: “Todo Israel merece sentarse en una sucá”; la sucá merece a todos por igual. Nadie es el dueño de casa, así que en la sucá, todos somos básicamente Ushpizin.

Hay áreas en la vida y situaciones en las que nos sentimos “dueños de casa”. La casa expresa un lugar protegido y reservado, donde la persona siente que tiene control sobre lo que está sucediendo. En comparación con la casa, como es bien sabido, “todos los caminos encierran peligro”. Esto significa que cuando la persona abandona su hogar, la protección básica se ve socavada. Y en este contexto es interesante notar que la palabra ‘camino’, “derej” en arameo es ‘orja’ (invitado, y en hebreo oreaj). Cuando la persona está en el camino, no está en su propia casa y en realidad es un invitado.

Similar al control que siente una persona cuando está en su hogar físico, también ocurre en el mundo mental y consciente: el concepto de ‘hogar’ simboliza asuntos que se instalan en la mente de la persona y se perciben dentro de él como un todo. En los conceptos de Jasidut, esta es la “luz interior”: luz que penetra en el interior, se asienta y se percibe dentro de los límites de los recipientes, keilim.

A veces sucede que también hay luchas y conflictos en el hogar: hay luchas en el hogar simplemente entre miembros de la familia, y hay luchas que tienen lugar en el ‘hogar’ consciente-privado del hombre, luchas internas, como “y corrían los hijos dentro de ella”, son Iaacov y Eisav dentro de nosotros, el alma Divina y el Alma animal corriendo y luchando entre ellas. Aunque esta experiencia no siempre es agradable y fácil, sin embargo tiene una cierta ventaja: en nuestra percepción, todo está bajo control, es la casa, el lugar familiar y conocido, donde no hay sorpresas.

Pero hay dimensiones internas en la vida en las que la persona siente que se están escapando de su control, y su condición de “propietario” se ve socavada, y aparentemente se convierte en un “invitado”.

El sentimiento de la persona de que es un ‘invitado’ puede ser en el sentido positivo: una revelación espiritual o consciente más allá del recipiente de la percepción, una especie de iluminación o alegría especial, la elevación de la mente más allá de lo común, y en el lenguaje del Jasidut: or makif, “luz circundante”, una luz más allá de la percepción y el asentamiento regular y limitada.

Tal revelación es una especie de inspiración y destello que brilla y viene ‘de Arriba’ sin invitación y sin preparación, y dado que la persona no es el ‘propietario’ y la revelación no está bajo su control, generalmente no tiene la capacidad de recuperarla o reciclarla a voluntad y por su propia iniciativa.

Por lo tanto, cada tipo de luz tiene su propia virtud:

La virtud de la “luz interior” percibida dentro del hombre, que el hombre siente es suya y su propiedad, y la virtud de la “luz circundante” que viene de arriba, que es cada vez más elevada.

Viene un invitado, alegría ha llegado

De esta explicación podemos entender que en la Fiesta de Sucot, cuando dejamos la casa, la morada permanente, y nos convertimos en ‘ushpizin’, brilla una luz suprema y excelsa por encima de la lógica y el entendimiento, por encima de la deliberación y la percepción. El amor de Dios que se nos revela en la fiesta de Sucot es un amor que está más allá de todo control, más allá de los límites de la razón y la lógica, y por lo tanto es imposible que sea ‘propiedad nuestra’.

La sombra de la sucá se llama en el lenguaje del Zohar “Tzela Demehimenuta” (sombra de la fe) porque la “luz que todo lo abarca” está por encima de nuestra percepción, como la Fe que también está por encima de los límites de la mente.

Y como se explica en Jasidut, en el mes de Elul, Rosh Hashaná y Iom Kipur, los judíos sintieron un despertar en lo más profundo de sus corazones, oraron y clamaron a su Padre en el cielo, y en sus oraciones rompieron todas las barreras, y luego de esta ruptura se creó una conexión y una revelación de amor por encima del intelecto. Incluso en el servicio espiritual del judío, se crea en él una conexión interna con los profundos sonidos del corazón dentro de él, que no se comprenden ni se sienten en el tiempo ordinario.

Esta es también la razón por la que Sucot está conectado con el tema de la alegría de una manera especial “y te alegrarás en tus festividades”: la alegría proviene de la renovación. Si durante todo un año no nos hemos encontrado con un amigo querido y de repente aparece y viene a visitarnos, surge en nosotros una gran alegría, que no sería el caso si ese amigo hubiera vivido con nosotros en casa habitualmente. Su llegada como invitado, de hecho, evoca en nosotros una inmensa emoción y alegría.

Esta es la conexión interior que se revela en la Fiesta de Sucot: una conexión que la persona siente en un lugar interno dentro de ella, que generalmente no está revelado y no se halla en su conciencia. En cambio no es un ‘dueño de casa’ sino un ‘invitado’, y cuando llega inesperadamente y es ‘alojado’, surge una gran alegría: esta es la alegría de Sucot.

 

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