El estrés no promueve la educación
Cuando se habla de ‘devoción’ por educar a los niños, es importante enfatizar:
Muchas veces vemos nuestro fuerte deseo de educar, influir y cuidar a los niños, como un deseo que se origina desde una actitud estresante, nerviosa, dictatorial, de castigo, enojo, todo lo cual está dirigido para adaptar al niño, presionándolo, al marco en el que queremos ponerlo. “De esa manera se educará”, pensamos, pero la verdad es que nuestro estrés no promueve la educación.
Por otro lado, hay padres que, por desesperación, desarrollan indiferencia diciendo: “Bueno, déjalo hacer lo que quiera, de todos modos yo no tengo control sobre sus acciones, y de todos modos no me escucha”, y finalmente ‘baja los brazos’ y admite: “estoy desesperado”. También están equivocados, por supuesto.
Para tener éxito en la educación, es necesario estar conectado con los niños y confiar en ellos. Cuando los niños estén conectados con nosotros, estarán conectados con los mensajes y la manera en que buscamos inculcarles, y vivirán con ello.
El niño debe sentir que aunque le sea difícil, el lugar más seguro para él es con sus padres. Si tengo dificultades para aprender, si tengo dificultades con el maestro, si tengo dificultades con amigos o en cualquier campo, ¿dónde me sentiré seguro? Con mis padres; ¿A quién debo contactar? A mis padres. Los padres son su lugar seguro, y de ellos saldrá la solución a sus problemas y dificultades.
Hay que amar a todo judío, invertir en él y acercarlo, pero es importante recordar que se nos ha ordenado: “Desde tu carne no te desentiendas”. El amor al judío “desde tu carne” es infinitamente más esencial, e incluso crítico. Se dice de Aharón Hacohén: “Ama a las criaturas y las acerca por la Torá”: un niño, como cualquier criatura, se acercará a nuestro mundo solo a través del amor, la conexión y el aprecio.
Este es el significado de una vida de redención en relación con los niños: la redención se trata de descubrir el placer divino en el mundo, y educar a los niños a partir de una conexión de amor y placer es una educación de redención.
Entregar la vida por la educación de los niños, significa también y sobre todo, entregarnos para mostrarles amor y conexión en cada situación y en cada condición.
Dice el Tania, segunda Parte: Educación del Niño:
“Educa al niño según su camino; aun cuando envejezca, él no se apartará de éste”. Puesto que está escrito “según su camino”, ello implica que no es el camino de la verdad perfecta [sino apenas un camino que el niño ha de seguir]; pues entonces, ¿cuál es el mérito de que “aun cuando envejezca no se apartará de éste”?
Es sabido que el temor y el amor [a Di-s] son las raíces y los cimientos del servicio a Di-s.
El temor [a Di-s] es la raíz y el cimiento de [aquello que lo compele a] “apartarse del mal” [asegurando que la persona no transgredirá los mandamientos prohibitivos], y el amor [a Di-s es la raíz y el cimiento] de [lo que lo motiva a uno a] “hacer el bien” y cumplir todos los mandamientos positivos de la Torá y de los Sabios, como se explicará en su lugar apropiado. (El precepto de educar [al niño] incluye también [el entrenamiento para la práctica de] los mandamientos positivos, como se estipula en [el Shulján Aruj] Oraj Jaím, Sección 343).
Ahora bien, respecto del amor [a Di-s] está escrito al final de la Sección de Ekev, “…que Yo ordeno a ustedes hacerlo, amar a Di-s…”. Es necesario comprender cómo puede aplicarse la expresión de “hacer” a “amar”, que es [una emoción] en el corazón.
La explicación, sin embargo, es que hay dos tipos de amor a Di-s. Uno es el amor ansioso natural del alma hacia su Creador. Cuando el alma racional prevalece sobre la materia [del cuerpo], la sojuzga y somete, entonces [el alma] se encenderá y arderá con una llama que asciende por sí misma, y se regocijará y alegrará [tanto interiormente como hacia afuera] en Di-s, su Hacedor, y se deleitará en El con maravilloso gozo.