Tenemos el fósforo y enormes fuerzas desde Arriba, pero tenemos que elegir encenderlo. Elegir creer que tenemos todo lo que necesitamos: fuerza, dinero, talento, éxito. El cuerpo y el alma van juntos en este viaje: él le da existencia aquí, lugar y tiempo, y ella trae el espíritu, el significado, el placer. Cuando está dentro del cuerpo, el alma se mueve como la llama de una vela, tiene una acumulación de energías infinitas.
Para hacer un trabajo real, dice el Rebe, se debe hacer un cambio. Aunque nos acostumbramos a decir “no tengo fuerzas”, lo podemos reemplazar por: sé que tengo fuerzas para hacerlo, pero también necesito descansar”.
En lugar de: “No puedo, es imposible”, podemos intentar con: “Puedo hacer todo, y sé que lo lograré. Buscaré la ayuda adecuada y será aún más fácil”.
En la entrega de la Torá recibimos una misión, y con ella construimos para el Creador un lugar para vivir aquí en el mundo. Ahora levantamos el interruptor e iluminamos su morada. El mejor lugar para actuar es aquí, y el momento más maravilloso es este instante.
Por eso hace un tiempo comencé a hacer un esfuerzo y ejercitar, y al principio esperé el momento adecuado para alejarme lo más lejos posible. Pero luego, al final del ejercicio desafiante, me escuché decir: “Nuestro cuerpo tiene mucho más poder de lo que pensamos, o del que queremos creer que tiene”. ¡Y de repente me di cuenta! Por debajo de las voces que intentan convencerme de que es imposible, hay un potencial tremendo y sorprendente. Hay una llama que se eleva y brilla, y cree en su papel para cambiar el mundo y dejar una marca en él. Ella se mueve dentro de mí, y se mueve dentro de ti y dice: “Elige hacer, empezar, cambiar, moverte. Abre la barrera porque puedes. Y recuerda siempre que tienes el poder de iluminar el cuerpo con la luz del alma, porque tienes el fósforo en tu mano.