La porción de la Torá Koraj, cuenta acerca del desafío al liderazgo de Moshé y Aarón. Koraj era una persona importante y un alma muy elevada; como tal, se engañó a si mismo y a los otros pretendiendo el Sumo Sacerdocio en vez de Aarón (qué koraje). Dios utilizó el simbolismo del bastón de Aarón para probar que sólo este era el elegido para el puesto del sacerdocio eterno.
Dios instruyó a Moisés que ponga los bastones de los príncipes de cada tribu en el Kodesh HaKodashim, de tal manera que el que floreciera determinaría cuál príncipe era el designado por Di-s para servir como Sumo Sacerdote. Moisés puso intencionalmente el báculo de Aarón en el lugar más neutral en el medio del Sancta Sanctorum, para prevenir la posibilidad de que reclamen que floreció porque estaba en un lugar más ventajoso.
Una vara es un pedazo de madera estéril que no puede florecer naturalmente. Ese bastón, símbolo del liderazgo, reflejó milagrosamente la belleza Divina al retoñar, florecer y producir almendras. La palabra hebrea para “almendra”, shaked, es una permutación de la palabra “santo”, kodesh. El milagro probó a todos que Aarón era el elegido por Di-s para manifestar la santidad en el mundo.
Cuenta la Torá en la parashat Koraj, del libro de Bamidbar, Números, que Kóraj hijo de Itzhar (nieto de Kehat y bisnieto de Leví) inició una rebelión junto con Datán y Aviram (hijos de Eliav) y On hijo de Pélet, descendientes de Reuvén.
Tuvieron una confrontación con Moshé junto con 250 israelitas que eran hombres de rango en la comunidad, representantes en la asamblea, y afamados.
Se manifestaron contra Moshé y Aarón, y les declararon: “¡Se han extralimitado! Todas las personas de la comunidad son santas, y Dios está con ellas. ¿Por qué se ponen ustedes por encima de la congregación de Dios?”.
No nos trajiste a una tierra que mana leche y miel, ni nos diste una herencia de campos y viñedos. ¿Crees que puedes tirar algo sobre nuestros ojos? ¡Indudablemente no iremos!”. Moshé se encolerizó mucho. Oró a Dios: “No aceptes la ofrenda de ellos. ¡No tomé de ellos un solo asno! ¡No les hice daño alguno a ninguno de ellos!”. Entonces Moshé le dijo a Kóraj: “Tú y todo tu grupo tendrán que presentarse delante de Dios. Tú y [tu grupo] estarán allí mañana junto con Aarón. El pueblo] se retiró de alrededor del pabellón de Kóraj, Datán y Aviram. Datán y Aviram salieron y se pararon desafiantemente en la entrada de sus tiendas, junto con sus mujeres, hijos e infantes.
Moshé anunció: “Esto les demostrará a ustedes que Dios me envió a hacer todas estas acciones y yo no hice nada por mí mismo. Si estos hombres mueren como todos los otros hombres, y comparten el destino común del hombre, entonces Dios no me envió. Pero si Dios crea algo completamente nuevo, haciendo que la tierra abra su boca y los trague a ellos y a todo lo que es de ellos, de modo que desciendan vivos a las profundidades, entonces son estos hombres los que están provocando a Dios”. Moshé apenas había terminado de hablar cuando el suelo bajo [Datán y Aviram] se partió. La tierra abrió su boca, y los tragó a ellos y a sus casas, junto con todos los hombres que estaban con Kóraj y la propiedad de ellos.
Cayeron en las profundidades junto con todo lo que era de ellos. Entonces la tierra los cubrió, y se perdieron para la comunidad. [Oyendo] sus clamores, todos los israelitas que los rodeaban gritaron que la tierra los engulliría también a ellos, y empezaron a salir corriendo. Entonces descendió un fuego de Dios, y consumió a los 250 hombres que presentaban el incienso. Al día siguiente toda la comunidad israelita empezó a quejarse ante Moshé y Aarón: “¡Ustedes han matado al pueblo de Dios!”, exclamaron.
El pueblo se manifestaba contra Moshé y Aarón, cuando ellos se volvieron hacia la Tienda de Comunión. Fue súbitamente cubierta con la nube, y apareció la gloria de Dios. Moshé y Aarón fueron hacia el frente de la Tienda de Comunión. Dios le habló a Moshé, diciéndole que les hablara a los israelitas y tomara una vara de cada tribu paterna. “Doce varas serán de este modo tomadas de todos los líderes, [una] por [cada una] de sus tribus paternas. Que cada hombre escriba su nombre sobre su vara. Puesto que habrá sólo una vara para el cabeza de cada tribu paterna, escribe el nombre de Aarón sobre la vara de Leví. Pon [las varas] en la Tienda de Comunión, delante del [Arca del] Testimonio donde Me comunico con ustedes. Entonces la vara del hombre que sea Mi elección florecerá. De este modo Me libraré de las quejas que los israelitas dirigen contra ustedes”.
Moshé les habló a los israelitas, y cada uno de los líderes le dio una vara por su tribu paterna. Había doce varas, con la vara de Aarón entre ellas. [Moshé] puso las varas delante de Dios en la Tienda del Testimonio. Al día siguiente, cuando Moshé vino a la Tienda del Testimonio, la vara de Aarón, que representaba la casa de Leví, había florecido. Había dado hojas, y estaba [ahora] produciendo flores y almendras maduraban en ella. Moshé hizo exactamente como Dios le había ordenado.
Los israelitas le dijeron a Moshé: “¡Vamos a morir! ¡Seremos destruidos! ¡Estamos todos perdidos! Dios le dijo a Aarón: Tú, junto con tus hijos y tu tribu paterna expiarán todo pecado asociado con el Santuario. Tú y tus descendientes expiarán [asimismo] todo pecado asociado con el sacerdocio de ustedes. También acerca a ti a tus hermanos, los miembros de la tribu de tu padre, Leví. Que sean tus asociados y te ministren a ti y a tus descendientes delante de la Tienda del Testimonio. [Los levitas] serán de este modo encomendados con sus responsabilidades hacia ti y la Tienda, mas no se aproximarán a los accesorios sagrados o al altar, de modo que ustedes y ellos no mueran.
