Ask The Rabbi

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categoría:  Conciencia

¿Por qué nos falta fé?

Nombre del rabino: Rabino Jaim Frim

¡Shalom uBraJá! ¿Por qué nos falta fé?

Al igual que emuná , bitajón es super-racional. La persona que mantiene esa actitud siempre podrá señalar el lado positivo de las experiencias de la vida, pero es obvio que su bitachón no se basa en ellos. No es una actitud basada en la experiencia, sino que crea experiencia. Dice: “Las cosas irán bien porque creo que están bien”.

Por otro lado, bitachon no es una estrategia para manipular el universo. Tu creencia no crea el bien; el bien en el que tienes tanta confianza ya es la realidad subyacente. Tu creencia solo proporciona los medios por los cuales esa realidad puede emerger. Ver ¿Es judía la ley de la atracción? para más información sobre este punto.

Una observación general en relación a mi opinión, así como, por lo visto, mi postura no ha sido lo suficientemente destacada en mis respuestas de entonces a su círculo de influencia: el punto central de mi respuesta a sus interrogantes de entonces, al igual que a las preguntas de su mencionado libro, consiste en que no es en absoluto verdad que no crean.

A guisa de ejemplo, esto se parece a quien dice no creer en la comida ni en la bebida, pero come y bebe tres veces por día. La prueba de esto: es natural en el hombre aceptar como absolutas determinadas conclusiones cuya autoridad es harto menor que la de varios sistemas filosóficos, ni qué decir menor que la autoridad de la fe judía, y vivir según esas conclusiones hasta en cuestiones que entrañan un riesgo mortal (por ejemplo, los viajes en avión). Por el contrario, [el hombre] mira a quien no se comporta de esa manera como un anormal e incivilizado.

De esto se desprende, tácitamente, que aquellas conclusiones cuyas evidencias son más contundentes, y por mucho, que las ya mencionadas, ciertamente son acogidas y definen al hombre. No debe sorprendernos en absoluto que alguien fantasee diciendo que no cree, si observamos los resultados que extrae de esta quimera; en su inmensa mayoría, estos resultados consisten en la remoción de los límites, ya sea en cuanto a “apártate del mal” como a “haz el bien”. De ello se infiere qué motiva la citada ilusión: facilitarse la vida, “liberarse” del cumplimiento de los Preceptos Positivos y Negativos, y vivir su vida sin ninguna clase de freno.

Es evidente que éste es sólo el inicio del descarrío; después de un tiempo de proceder de esta manera, como es propio del carácter humano, el hábito se hace naturaleza, tanto en lo que se refiere al comportamiento mismo como a la fantasía: de tanto insistir en que no cree, la persona logra su propia sugestión.

La confirmación de que esto no es sino autosugestión radica en que, cuando sucede algo estremecedor que traviesa sus capas superficiales y lo afecta hasta el punto más íntimo de su ser, en ese momento la persona descubre en sí misma que es creyente. O bien la persona acepta todas las mitzvot o nada tengo que ver con ella. Por el contrario, se le debe explicar que aun cuando no esté preparada todavía para aceptar todos los preceptos con total consagración, ello no lo exime de la obligación de observar y cumplir todos los preceptos que pueda hasta llegar gradualmente al máximo que le corresponde como judío, cosa que se verá facilitada por el hecho de que “una mitzvá arrastra otra mitzvá”.

El fundamento de todo está en la convicción de que, según se explica en detalle en el Tanía, cada judío posee un Alma Divina que es una auténtica chispa de Di-s de lo Alto. Este Alma Divina fue dotada con la capacidad necesaria para superar todos los obstácu­los. Su cumplimiento de los deberes y las obligaciones del judío, es el conducto y recipiente para recibir y gozar de las bendiciones de Di-s, tanto material como espiritualmente.

Fuentes