La lucha entre lo espiritual y lo material es, a primera vista, una lucha entre dos fuerzas opuestas.
Sin embargo, los Sabios nos revelan que es posible anular este combate reorientando los placeres obtenidos por la materia hacia una elevación espiritual, de modo que cada ventaja adquirida por la materia ya no se oponga a la espiritualidad, sino, al contrario, la amplifica y refuerza. El placer ya no se ve como un fin en sí mismo, sino como un medio para acceder a la cercanía Divina a través del sentimiento de gratitud que confiere.
Una hermoso prenda de vestir es una oportunidad para agradecer a Hashem por habernos hecho la adquisición, una buena comida nos vigoriza para una nueva sesión de estudio, una estancia de ensueño en un hotel nos permite renovar nuestra fuerza psíquica, etc. , todo con el fin de servir mejor a Hashem.
Porque, no lo olvidemos, es necesario estar en buena salud física y mental para ser un buen judío . Cada placer es también una oportunidad para elogiar a quien lo otorgó, al mismo tiempo que promueve el sentimiento de gratitud. Además, en nuestras generaciones donde la fuerza mental y espiritual está muy disminuida en comparación con las generaciones pasadas, en las que prevaleció el ascetismo, es más adecuado utilizar la materia como trampolín hacia la proximidad divina que como adversario. Nuestros Sabios resumieron esto en una frase en la que “los grandes fundamentos de la Torá están recopilados”, nos dice la Guemará – “Conócelo en todos tus caminos”
El Tania nos dice:
la esencia y el ser del Alma Divina, que son sus diez facultades, no mantienen una soberanía y dominio indisputable sobre “la pequeña ciudad”, salvo en momentos específicos, tales como cuando se recita el
Shemá o la
Amidá. En ese momento [de plegaria] el Intelecto Supremo en lo Alto se encuentra en un estado sublime; también abajo, [en el mundo físico,] el momento [de la plegaria] es propicio para cada hombre [para ascender a niveles espirituales superiores]. En ese momento, [el
beinoní] liga su
JaBaD a Di-s, meditando profundamente acerca de la grandeza del bendito
Ein Sof, y estimulando [con su meditación] un ardiente amor [a Di-s] en el lado derecho de su corazón, [amor éste que lo lleva] a [querer] unirse a El por medio del cumplimiento de la Torá y sus mandamientos por amor. Este [estímulo de amor a Di-s y su subsiguiente resolución de adherirse a la Torá y a las
mitzvot y con ello unirse a Di-s] es el concepto esencial del
Shemá que el mandamiento bíblico (
deOraita) nos ordena recitar; del mismo modo, las bendiciones que preceden y que siguen [al
Shemá], rabínicamente ordenadas (
deRabanán), son un preparativo que nos permite cumplir [aquello que recitamos en] el
Shemá, como se explica en otra parte.
En ese momento, el mal del lado izquierdo de su corazón está sometido al bien que se extiende por el lado derecho del corazón [proviniendo] de las facultades de
JaBaD del cerebro que están unidas [en la meditación] a la grandeza del bendito
Ein Sof, y es anulado por éste [bien]. Después de la plegaria, sin embargo, cuando el intelecto del bendito
Ein Sof ya no está más en un estado de sublimidad, el mal [del Alma Animal] en el lado izquierdo del corazón vuelve a despertarse, y él [—el
beinoní—] siente [una vez más] deseo por las apetencias y los placeres de este mundo.