“La compasión es el poder interior de la sefirá de Tiferet belleza. La verdadera compasión proviene del amor por la persona y el temor a hacerle daño. Cuando tratamos de ayudar a alguien por amor y temor es que proviene del alma Divina de nuestro verdadero interés altruista de hacer el bien y ayudar.
La culpa solo proviene del ego del instinto animal no rectificado que trata de estar bien él y no le interesa tanto la necesidad del otro.
Uno se basa en la confianza en Dios el otro en que yo puedo resolver todos los problemas y eliminar todas las cargas que tengo en mi conciencia para ser feliz.”
la realidad es que nuestras deficiencias y fracasos son verdaderos sólo superficialmente, por un momento en el tiempo, y sólo afectan a una capa externa del yo. La palabra hebrea para pecado, chet , en realidad significa “errar el blanco, ser deficiente”. Esencialmente, no somos malhechores; simplemente nos estamos quedando cortos de nuestro potencial. Los Trece Atributos de la Misericordia y el concepto entrelazado de teshuvá , traducido correctamente como un “retorno” al yo real de uno, son el camino que nos reconecta con nuestro potencial, nuestro yo más verdadero. Este potencial permanece completo y no se ve afectado por cualquier desvío temporal que hayamos tomado.
Cuando invocamos estos atributos, nos conectamos a nuestra relación con la Fuente de todo ser, una relación que está arraigada más profundamente dentro de nosotros de lo que cualquier fracaso puede alcanzar. El mayor tifón solo agita las aguas del mar cerca de la superficie, pero las profundidades oceánicas permanecen tranquilas y tranquilas. Tenemos un lugar dentro de nuestra alma que está profundamente conectado con el Infinito, un lugar al que los efectos de nuestras elecciones negativas no pueden alcanzar. Cuando despertamos este nivel de ser, encontramos nuevas reservas de fuerza para transformar nuestras vidas.
