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categoría:  Encontrar Pareja

¿Cómo encuentro a mi alma hermana?

Nombre del rabino: Rabino Jaim Frim

¿Cómo encuentro a mi alma hermana?

Cuenta el Talmud (Ievamot 63b.) que en el antiguo Israel era costumbre preguntar al novio recién casado: «¿Has encontrado o encuentras?»

Esta pregunta se refiere a la aparente contradicción entre dos expresiones del rey Salomón, el más sabio de todos los hombres. En el libro de Proverbios (18:22) afirma:

«Quien ha encontrado una mujer ha encontrado el bien»

Mientras que en el libro de Eclesiastés (7:26) declara:

«Y encuentro yo más amarga que la muerte a la mujer»

Aunque estos dos versículos aparentan comunicar imágenes contradictorias de la mujer, si los examinamos más de cerca podremos detectar algunas sutiles diferencias gramaticales que podrán explicar la aparente discrepancia.

Para comenzar, el verbo en el primer versículo está en tiempo pasado, mientras que en el segundo está en tiempo presente.

De acuerdo con nuestra tradición (Zohar 343b), las almas de la pareja verdaderamente acoplada derivan de un alma-esencia común. Por esta razón ambos están destinados a unirse en matrimonio incluso desde antes de nacer.

El uso del tiempo pasado para afirmar el bien que se ha de hallar en el matrimonio sugiere que, tanto en el proceso de búsqueda de una esposa como en la relación con la mujer luego del casamiento, el hombre debería esforzarse por descubrir y concentrarse en esta identificación profundamente enraizada y compartida mutuamente.

En cambio, si ignora esta regla y se centra en la gratificación pasajera de sus deseos y predilecciones inmediatos, como lo implica el tiempo presente empleado en el segundo versículo, la relación probará ser inevitablemente amarga.

Esto también está aludido por el hecho de que en el primer versículo el verbo «ha encontrado», está seguido directamente por el objeto, «una mujer», implicando que lo que el marido pretendía y encontró es realmente su esposa. Su mente y su corazón se centran en ella y su preocupación conciente es satisfacer sus necesidades y las de su familia, en vez de las de si mismo.

Esta es la base de una vida conyugal feliz.

En el segundo versículo, sin embargo, el sujeto («yo»), está interpuesto entre el verbo («encuentro») y su objeto («mujer»), denotando así que el hombre está más interesado en encontrarse a si mismo, es decir, en su propia gratificación.

Vemos entonces que el desinterés es la clave para «encontrar» y relacionarse con la esposa a nivel de su alma-raíz común. El marido egocéntrico será incapaz de alcanzar una genuina relación mutua con su esposa, de manera tal que se endulce con el tiempo en vez de que crezca amarga.

Aunque en tal situación el marido está inclinado a sentir que su esposa se ha vuelto «más amarga que la muerte», sin embargo, de hecho es su propio yo interpuesto, proyectado en ella, el que se ha vuelto así. Esto está indicado por el hecho de que la frase «más amarga que la muerte» sigue directamente a la palabra «yo», incluso antes de mencionar a «la mujer».

Demos otra mirada a estos versos. El versículo completo dice: » Quien ha encontrado una mujer ha encontrado el bien, y despertará la [buena] voluntad de Di-s».

El segundo versículo completo dice: «Y encuentro yo más amarga que la muerte a la mujer, su corazón es trampas y redes, y sus manos son grilletes. Quien es bueno ante Di-s huye de ella, pero quien peca será atrapado por ella».

En otras palabras, el rey Salomón llama «bien» tanto a la relación positiva entre marido y mujer como a escaparse de una negativa. Quien antes era un marido en busca de sus deseos, comienza su retorno al estado de «bien» reorientando su conciencia de manera tal que se pare «ante Di-s» en vez de estar preocupado sólo por si mismo.

Al hacer esto, «huye de ella», es decir de la imagen de su propio ego que está proyectando sobre su esposa. Sólo entonces podrá proceder a encontrar su verdadera alma gemela.

Fuentes