Muchas autoridades rabínicas opinan que todas las instituciones financieras actuales son corporaciones. Esto significa que en caso de bancarrota la entidad está exenta de pagar, ya que el dinero no lo recibe ningún individuo y no individuo alguno que pague interés sobre el dinero sino que todo esto lo hace la compañía. Por lo tanto la Torá no prohíbe ganar interés de tal entidad ya que no hay individuo que pida prestado el dinero y asuma la responsabilidad en caso de quiebra.