Cada cultura humana que conocemos hasta tiempos muy recientes ha tenido una creencia en una vida futura. En el antiguo Egipto, donde nació la nación judía, esta creencia fue central en todos los aspectos de la vida cotidiana. Si el pueblo judío hubiera disentido del punto de vista normativo, tendría que haberse declarado en términos muy rotundos, incluso más rotundos que los términos con los que disentían de la idolatría y el panteísmo. De hecho, no hay ni rastro de esa disidencia, sino todo lo contrario.