Uno de los sacrificios que se ofrendaban en el Templo sagrado era el de la mujer que recién dió a luz. ¿Por qué debía traer un sacrificio de expiación? Porque el sufrimiento del embarazo y el parto la llevaba a maldecir, aunque sea para sí o inconscientemente a Di’s, Di’s nos proteja de eso, a su marido y a todo lo que le producía el sufrimiento. A tal punto que juraba no embarazarse nuevamente. Por supuesto, como todas las mujeres saben que eso pasa casi inmediatamente después del parto y se arrepienten. Cada persona tiene una Providencia Divina particular, Di’s dirige los destinos de cada persona hacia donde le corresponde hacer su tarea y tiene su parte en la Creación. Esa Providencia Divina es la que le otorga libre albedrío para decidir caer y rendirse a las fuerzas de la naturaleza, o sobreponerse y poder superar los inconvenientes y escollos que Dios mismo le puso para su propia elevación. Piensa bien e irá bien, porque las maldiciones son siempre bendiciones, como dijo un gran Rebe: si un tzadik te maldice, significa que no era un tzadik o que había escondida una gran bendición, y si te maldice un malvado, (como lo sabemos los judíos) sus maldiciones se transforman en bendiciones. Está en ti decidir hacia donde llevar tu vida.