Como primer paso, puede explicarle que las groserías ensucian su bella neshamá (alma), y que esto te obliga a castigarlo para ‘limpiarla’.
Si la noción de Neshama no le dice nada, sólo dígale que le castiga para ayudarle a no decir vulgaridades, ¡porque no son más que los Reshaim (impíos) quienes las dicen y no un Tzadik (justo) como él!