El mundo material se compone de la materialización de las últimas etapas del seder Hishtatshelut, es decir, del mundo de Asiá, -yesod y maljut de Asiá-; pero Asiá proviene de Ietzirá que es un mundo espiritual y que, también es un mundo, es una creación. Ietzirá quiere decir formación, quiere decir que no es “nada” sino que es “algo”; es una creación que provino del mundo de Briá, y el mundo de Briá provino del mundo de Atzilut.
En general, el mundo de Atzilut es considerado como una emanación directa de la esencia de Dios, por lo que se podría decir que el mundo de Atzilut es Ain, y el resto de la creación hacia abajo, es iesh. También se considera que, desde el mundo de Atzilut al mundo de Briá, hay un tránsito de la nada hacía algo. Sin embargo, Atzilut es una emanación y dentro de las emanaciones hay sefirot en potencia, y letras en potencia; en realidad, ya existe todo lo que luego estará en los mundos inferiores.
“Algo en potencia” ya es algo creado en relación con las etapas previas. El mundo de Atzilut es posterior al Tzimtzum.
La contracción es el poder de la limitación de Dios, y la luz que se inviste dentro de esa contracción, es una revelación del poder ilimitado de Dios, es una emanación de la luz infinita. Podemos decir que esa contracción que es el origen de los recipientes, de los mundos inferiores, es “algo”, y la luz infinita que se inviste dentro de ellos y les da existencia, es “nada”. Sin embargo, esa luz que llamamos el Kav, la línea que incide en ese vacío y de donde surgen todos los mundos y la creación, también está limitada en cierta medida; por eso, se llama kav o línea, y no es una luz infinita que todo lo abarca. Esa kav es también una creación, es algo que surgió de algo anterior, que es la luz infinita antes de la contracción.
A medida que nos vamos elevando para llegar a la esencia de Dios, vemos que toda cosa tiene un antecedente, tiene algo que lo precedió; ya no se puede llamar “nada”, sino que es algo que tiene cierto nivel de existencia. En cambio, la nada absoluta que es la esencia de Dios, es como una caja negra cuyo contenido desconocemos, pero que podemos inferir o revelar de acuerdo a nuestra mente; sin embargo, lo cierto es que no disponemos de la capacidad de entrar en ese mundo paradójico.