El exorcismo se refiere a extraer un espíritu o alma del cuerpo de una persona. En el judaísmo creemos que nada de lo que sucede es ajeno a la Supervisión Divina, y Dios es sólo bueno y misericordioso. Nada se puede oponer a la teshuvá y las buenas acciones. Si la persona cumple los preceptos de la Torá no tiene nada que temer. Ante un desequilibrio psicológico hay que tratarlo de una manera profesional, y consultar con un rabino ortodoxo reconocido para asesorarse cómo actuar. Recitar el “criá Shemá” antes de dormir”, y modé aní al despertar y netilat iadaim inmediatamente, protege de toda impureza espiritual que pueda acercarse a la persona si fuera el caso.