Shalom y gracias por tu pregunta!
En las familias observantes, hay ciertas cosas sobre las que tenemos mucho cuidado. Una de esas cosas es niguel vaser (en idish o netilat iadaim en hebreo). Niguel vaser significa literalmente “agua de uñas” y se refiere a la observancia de lavarse las manos directamente después de despertar. Se llena una taza con agua y se la vierte en cada mano, alternando entre ellas para que cada mano se lave tres veces.
La fuente de esta costumbre es el proceso en el que el sacerdote (cohen) se preparaba para servir en el Templo Sagrado de Jerusalén.
El versículo dice ( Éxodo 30:19): “Y Aarón y sus hijos se lavarán las manos y los pies… cuando se acercan al altar para ministrar”.
El fundador de Jabad, Rabi Schneur Zalman de Liadi, también conocido como el Alter Rebe (1745-1812), fue el autor de un Código de la ley judía. Aquí hay una cita directa de su Código donde se refiere al servicio del sacerdote y su aplicación en la rutina matutina diaria de un judío:
El hombre confía su alma [a Di-s por la noche] cansado y exhausto, y Di-s se la devuelve rejuvenecido y renovado para que pueda servir a su Creador con toda su capacidad, siendo este el propósito del hombre. Por lo tanto, debemos santificarnos con Su santidad y lavarnos las manos con agua de un recipiente antes de servirle y ministrarle, como el sacerdote que se lava las manos de la palangana todos los días antes de comenzar su servicio [en el Templo Sagrado de Jerusalén].
El rabino Schneur Zalman luego agrega una explicación cabalística:
Nuestros sabios enseñan que cuando alguien duerme [aproximadamente media hora 3], su alma se aparta de él y un espíritu de impureza viene y descansa sobre su cuerpo. Tan pronto como se despierta del sueño, el espíritu de impureza se aparta de todo su cuerpo con la excepción de sus manos. No se aparta de las manos hasta que vierte agua sobre cada mano.
¿Por qué tenemos tanto cuidado de hacer esto a primera hora de la mañana? Hay muchas costumbres importantes que observar en la vida judía diaria, pero nuestra rutina matutina es el filtro por el que pasamos para llegar al resto del día. Si tenemos cuidado de hacer todo lo correcto por la mañana y de pagar nuestras cuotas en el “filtro”, es menos probable que nos veamos atrapados en problemas durante el resto del día.
El lavado debe hacerse preferiblemente junto a la cama, pero si esto no es posible, a 4 codos de la cama, como señala el shulján Aruj. El agua que se utilizó recibe la impureza y debe verterse en el baño.
El Talmud afirma que dormir es un sexagésimo de la muerte. Para entender esto, necesitamos mirar la composición de nuestras almas. Hay cinco niveles del alma, Nefesh, Ruaj, Neshamá, Jaiá y Iejidá. Según la enseñanza cabalística, los niveles superiores del alma dejan el cuerpo mientras dormimos, mientras que los niveles inferiores, que permiten la vida y el funcionamiento físicos, permanecen conectados al cuerpo. Dado que aquí hay un cierto elemento de muerte, causa impureza, ya que aquellas cosas que involucran lo opuesto a la vida se consideran impuras. Este importante principio es el motivo por el que lavamos ‘nigel vaser’ antes de levantarnos de la cama y emprender nuestro día.
¿Qué están haciendo esos niveles superiores mientras han abandonado temporalmente nuestros cuerpos dormidos? Están conectando con Di-s, libres de las limitaciones del cuerpo y la función física, o del tiempo y el espacio, para regresar rejuvenecidos a nuestros cuerpos.
El estado de sueño se asemeja a la condición de exilio, porque en ambos casos, nuestro potencial no está siendo revelado. Hoy se sabe que muchas personas utilizan solo un pequeño porcentaje de su capacidad mental, por ejemplo. Vale la pena hacer un esfuerzo por expandir nuestra conciencia espiritual por
cuando llegue el Mashíaj, Dios lo quiera rápidamente en nuestros días. Entonces, ya no estaremos viviendo y funcionando en un modo de sueño espiritual, sino que todos nuestros poderes y capacidades serán revelados… ¡Que sea muy pronto!
- Hiljot Netilat Iadaim, sec. 1.
- Zohar 1:207a.
- Badei Hashuljan 2:1.
- Oraj Jaim 4:4 (p. 24 in the 2002 edition).
