No conozco los detalles de lo que te ha sucedido. De todas maneras has hecho bien en separarte si su influencia es tan negativa.
Por otro lado qué sucede con una persona así es algo que Hashem se ocupa no está en nosotros juzgar ni buscar castigo o venganza.
Espero que Hashem te de una nueva vida y puedas recuperar todo lo que perdiste con creces.
Honrar a los padres es una de las mitzvot seleccionadas en los Diez Mandamientos. La Torá nos dice, “Honra a tu padre y a tu madre” y nos dice, “Honra a tu Di-s”, ¡lo que implica que honrar a los padres está a la par con honrar a Di-s!
Después de todo, no importa cuánto respeto les demos a nuestros padres, nunca podremos recompensarles por su parte al traernos a este mundo. Pero esa no es la única razón para honrarlos: también es una mitzvá, y esa es razón suficiente. En realidad, dos mitzvot: honor y respeto. Honrar significa sirve y ayuda a tus padres siempre que sea posible y cuando sea necesario. Cuando entren mamá o papá, levántese. Permanezca de pie hasta que se siente o ya no esté a la vista o te digan que te sientes.
Sirve y ayuda a tus padres siempre que sea posible y siempre que sea necesario. Darles de comer, vestirlos y proporcionarles transporte. [Si tus padres pueden pagar estas cosas, no estás obligado a pagarlas. De hecho, los padres se sienten mejor cuando pueden mantenerse económicamente].
Respeto significa: Si su padre o su madre tiene un lugar especial para sentarse, no se siente allí. No contradiga a sus padres en su cara. Siempre hay una forma discreta de trabajar con esto. Cuando no esté en su presencia, puede expresar una opinión contraria, pero de manera respetuosa. “¡Creo que tienes razón, papá!” también es una falta de respeto. Mamá y papá no requieren tu aprobación. A menos que se le pida el nombre de sus padres, no llame, ni siquiera se refiera, a sus padres por su nombre, ni siquiera póstumamente.
Los padres que son psicológicamente inestables aún deben ser respetados. Si se está poniendo demasiado difícil, contrate ayuda. Los padres pueden renunciar al honor que les corresponde, por ejemplo, permitir que sus hijos no se levanten por ellos. También estamos obligados a respetar a los padrastros, suegros, abuelos y hermanos mayores.