Al ser que nos encontramos frente al Todopoderoso en el momento en que rezamos, se entiende que es sumamente importante que comprendamos el idioma en el que Le rezamos.
Existen determinadas situaciones aisladas en las que sólo sirve expresarlas en hebreo. Por el otro lado existen aquellas en las que deben ser dichas en el idioma en el que la persona entiende; por ejemplo: la anulación del Jametz en la víspera de Pesaj o la anulación de las promesas antes de Rosh Hashaná, ya que al tratarse de declaraciones en las que cedo mis derechos sobre el Jametz o me arrepiento y pido la absolución de las promesas por mí efectuadas, es menester entender.
En el caso de la Tefilá (rezo), si no entendemos el Shemá Israel y la primera bendición de la Amidá, no cumplimos con este mandamiento. Para poder cumplir, entonces, debemos recitarlos en el idioma que comprendemos o en el hebreo tal como está escrito en el Sidur (libro de oraciones) pero sabiendo la traducción de estas frases. Con respecto al rezo en general es mejor conducirnos de una de las dos maneras mencionadas.
Existe una ventaja muy importante en rezar en hebreo, ya que no existe ningún idioma que lo pueda traducir correctamente ya que el idioma hebreo puede albergar en una sola palabra múltiples conceptos.