La fuente de que los pies de los ángeles son diferentes a los de los seres humanos se encuentra en Ezequiel 1:7.
En cuanto a la costumbre de que cuando rezamos la plegaria de la Amidá silenciosa y cuando decimos la oración Kedushá oración en la repetición mantenemos los pies juntos para “parecer,” por así decirlo, Ángeles, vi una hermosa explicación reseñada en un trabajo hebreo llamado “Tamei Haminhagim” (una antología de las muchas razones detrás de muchas de las costumbres maravillosas que tiene el judaísmo) : Cuando oramos reconocemos que estamos parados temerosos ante Dios, suplicándoLe y alabándoLe, y nos centramos en la eliminación de nuestros pensamientos de cualquiera de las distracciones y los impulsos de nuestro cuerpo físico. Nuestro objetivo es, por decirlo así, alcanzar el nivel elevado de los ángeles que no tienen los deseos humanos de base que tenemos.
Una segunda razón, relacionada con algo, es que los Ángeles no pueden caminar o correr. Ponemos nuestros pies juntos para mostrar que no queremos caminar o ir a cualquier otro lugar en este momento que no sea concentrarnos en nuestra comunicación con Di-s. Ello sin duda nos recuerda que cuando nos enfrentamos con la necesidad de precipitarnos fuera de la sinagoga para contestar el teléfono celular o correr para trabajar debemos recordamos emular a los Ángeles y no dejar la maravillosa experiencia de la oración tan rápidamente.