Las transgresiones espirituales, de la ley de Dios, van de la mano y se manifiestan en las transgresiones físicas. Nunca hay que separar ambas dimensiones porque es como separar a Dios del mundo físico. Buscar experiencias espirituales extrañas e idolátricas es como respirar aire contaminado. La auto complacencia de fumar, en forma particular, o respirar el aire contaminado por los excesos de la sociedad moderna, nos impide entrar oxígeno puro y sacar los gases tóxicos de nuestro organismo. Esta sería una forma literal de interpretar, porque el aparato respiratorio se relaciona con Keter, el inconciente y en el alma la Fe, el Placer y la Voluntad. Pero el aparato respiratorio no se enferma sólo por lo que respiramos, sino que hay enfermedades autoinmune por lo que comemos y en general por lo que ingresa a nuestro cuerpo y no debería o no es correctamente procesado. Así espiritualmente si no vemos a la naturaleza como parte de la Creación de Dios y la utilizamos para nuestros deseos personales y no para cuidarla y trabajarla, significa que no comprendemos cómo Dios crea y sostiene al mundo con sus seres espirituales, sefirot, mundos, luces, energías, y al querer interpretarlas a nuestro modo sin conocimiento de la Torá las interpretamos de manera incorrecta y nos perjudica alejándonos de la verdad de Dios y la Torá.