Era un naví. Dios mandó a Iona ir a prevenir a los habitantes de Ninive (en la actual Iraq) de que tenía la intención de destruir la ciudad como castigo por su iniquidad. Iona intentó huir de la orden divina, porque sabía que si los habitantes de Ninive llegaran a arrepentirse, Dios les perdonaría, y no quería que estos pecadores fuesen perdonados (algunos comentaristas explican que Iona temía que su arrepentimiento crearía una acusación contra el pueblo de Israel). Finalmente, después de muchas tribulaciones, Iona cumplimentó la orden divina, y, de hecho, los habitantes de Ninive se arrepintieron y fueron perdonados, gracias a la misericordia divina.